DESTREZAS
PSÍQUICAS BÁSICAS
Entrenamiento mental espiritual deportivo
Es que lo espiritual requiere
de un entrenamiento muy elaborado.
Para llegar a estados evolucionados de
nuestro espíritu las técnicas de uso en el entrenamiento mental
deportivo son las mismas que hemos usado nosotros los
animales jugadores humanos mucho antes de llegar al lenguaje.
Hasta llegar a comunicarnos nuestro mundo
era solo imagen ,nuestro sentido mas desarrollado era el de la
imaginación, no existía el dialogo interior.
Estos últimos tres mil años nos ocupamos
nosotros los civilizados a vivir en la sociedad cultural, nos
desprendimos de nuestras más profundas conexiones con nuestro
espíritu, nuestra armonía con la naturaleza en el estar viviendo
el tiempo espacio con intensidad solo en el presente, es que al
no hablar no sabíamos sobre el pasado o el futuro solo la
intensidad del presente nos aparecía en la conciencia.
Por eso en el entrenamiento de las
técnicas aplicadas al rendimiento del deportista se encuentran
distinto jugadores unos con cualidades de inteligencia mas
atlética animal con otros de una inteligencia atlética
enseñada.
En el trabajo con imágenes, en nuestros
sueños aparecen estas cosas lo increíble es que practicando
esas posiciones de animales, técnicas de conexión con lo que se
llama tus animales de poder, las meditaciones, las relajaciones, las músicas y todas las manifestaciones del hombre en los
trabajos hacia el cuerpo espíritu, logramos conectar partes de
nuestra mente desconocidas hasta ahora por nosotros hay en
toda edad y en todo deporte influencia favorable si
practicas las formas de elongación, relajación orientales, si
trabajas con imágenes cargadas de emoción y energía, si
desarrollas un estado de entrenamiento adecuado usando algunas
de estas técnicas aparecen nuevas ideas, nuevos gestos
deportivos luego en tu ser jugador, te puede cambiar la manera
de correr, de saltar o nuevas formas de patear, por que tus
neurotransmisores también van a ver modificado el recorrido y
las conexiones dentro de tu cuerpo con lo que tus movimientos
responden al correlato neuroquímico de las nuevas emociones.
El primer paso del
proceso, comporta el aprendizaje y práctica de las destrezas
psicológicas generales, útiles para optimizar el rendimiento
deportivo. Previamente a cualquier intento sistemático de
introducir un programa de entrenamiento psicológico, debe
evaluarse el nivel inicial de posesión de las destrezas básicas.
Las mediciones son la garantía de si la aplicación del programa
es eficaz o ineficaz, de si se progresa y a qué ritmo.
Las destrezas
psicológicas llamadas básicas son las resumidas, comprendidas
en los 5 apartados siguientes:
La iniciación de un
programa psicológico de entrenamiento, como queda dicho, pasa
por aprender y practicar todas éstas destrezas básicas, al
margen de su aplicabilidad al deporte. Por ejemplo, el
aprendizaje y dominio de la relajación, se practica
inicialmente, en una habitación tranquila o en el gimnasio, sin
aplicarla, en ésta fase, a problemas deportivos concretos.
Lo mismo hay que decir
de la práctica de todas las demás destrezas mencionadas,
exceptuando las técnicas de modificación de conducta, de
aplicación por el entrenador o el psicólogo, que siguen otro
proceso diferente.
De todas formas no hay
que perder de vista que todo el programa va encaminado a mejorar
el rendimiento del deportista y para ello es preciso tener en
cuenta el perfil psicológico que debe adquirir el deportista,
psicológicamente bien entrenado. Este perfil según las
investigaciones mejor fundamentadas, contiene una serie de
destrezas psíquicas perfectamente delimitadas.
En éste sentido, lo
primero que se impone, es describir el perfil de las destrezas
psicológicas del deportista de alto nivel para rendir al máximo
de sus posibilidades. Un programa ideal de preparación
psicológica tiene que conseguir que el atleta, cuando compite
posea el siguiente perfil psicológico:
Relajado
mentalmente: Vivencia o
sentimiento de calma interior. Pérdida de miedo a ausencia de
temor incontrolable a fracasar. Control suficiente del estrés o
ansiedad, de forma que no interfiera en su rendimiento.
Relajado
físicamente:
Ausencia de tensión muscular excesiva y sensación de que los
músculos responden de manera fluida, rápida y precisa a los
requerimientos de la mente.
Competitividad:
Entusiasmo y gusto por competir,
como si participaran de un juego que les divierte. La actuación
se convierte en algo excitante y placentero, en lugar de
actividad donde lo que se destaca es el temor a fracasar.
Seguro y confiado:
Sensaciones de autoconfianza y
seguridad. Expectativas de autoeficacia y pensamientos
positivos. Sentimientos de enlentecimiento de tiempo, como si
tuvieran todo el tiempo del mundo para ejecutar su ejercicio o
actuación.
Sentimiento de
encontrarse con un control total:
Vivencia de actuar bajo un completo control
al competir. No sentirse apresurados sino con capacidad para
mantener el ritmo adecuado en la ejecución.
Pleno de energía:
Sentimiento de estar activado y preparado para el mayor esfuerzo, pero al mismo tiempo, capaz de hacerlo como sin tener que
esforzarse. Convicción del extraordinario esfuerzo de la
actuación, pero sin acusar los efectos negativos del esfuerzo y
la fatiga.
Concentrado en el
presente: Atención focalizada
solamente en lo que tiene que hacer para competir perfectamente.
Ausencia de distracciones.
Conciencia
extraordinaria: Capacidad
incrementada de percepción de sus propias capacidades.
Habilidad para anticiparse a las acciones de los competidores y
actuar en consecuencia.
Inmersión completa en
la actuación: Certidumbre de
acceso a las reservas de las propias fuerzas que se hallan
disponibles. Sensación de poder actuar al máximo de sus
posibilidades. Sentimientos de estar protegido de cualquier
interferencia que deteriore el rendimiento. Sentirse “poseído”
por un control completo.
El perfil que hemos
descrito es el ideal, esto es, la meta a donde el deportista
tiene que aspirar, si pretende lograr el máximo de sus
potencialidades. Naturalmente que ese objetivo no se alcanza de
golpe, sino que se logra, mediante el entrenamiento sistemático,
a lo largo de un periodo de tiempo y sigue una serie de pasos
conocidos por la Psicología deportiva.
El conjunto de destrezas
psicológicas, perteneciente al perfil del deportista de alto
rendimiento, no son innatas, antes al contrario, pueden
aprenderse y perfeccionarse para obtener el máximo rendimiento
en el deporte o en cualquier otra actividad o profesión.
Una vez que se haya
aprendido a manejar las destrezas psíquicas básicas, se pasa a
la siguiente fase donde lo importante es el trabajo de
acomodación al campo concreto de cada deporte. No olvidemos que
este tipo de destrezas adquieren una dimensión diferente, en
función del campo donde se aplican. Por ejemplo: la utilización
clínica de la relajación para reducir una patología, difiere en
su forma de aplicación al deporte para potenciar el rendimiento.
Al final de la presente
fase, se impone una evaluación del nivel de destrezas psíquicas
básicas, después de un tiempo de práctica, al fin de establecer,
con certeza, el grado de los progresos que se han alcanzado.
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